Ana María Ch. de Holmann
Nosotros, todos, somos fruto del amor. Los hijos son fruto del amor. Los padres somos fruto del amor. Pero ese amor hay que hacerlo crecer, conservarlo, abonarlo, alimentarlo con actitudes positivas.
Desde que nacemos hasta que morimos tenemos deberes, compromisos y responsabilidades entre unos y otros. El respeto siempre será el límite, la medida y el extremo a que se debe de llegar.
Se necesita mucha comprensión y comunicación, éstos son elementos necesarios para guardar el respeto mutuo.
Es muy importante el reconocimiento hacia los padres ya que ellos no son solamente “suplidores” para llenar las necesidades materiales sino también las espirituales y emocionales.
Los hijos deben aportar en todo y también compartir con ellos, tomar sus consejos, actuando en un intercambio constante de servicio, en medio de un ambiente familiar a través de conversaciones amistosas, compartiendo tonterías, bromas y el humor que es lo que lleva la alegría no debe faltar, algo que sea en común, en familia.
Recordemos que en algún momento de nuestras vidas los hijos estarán en el lugar que ahora están los padres y el ejemplo es el mejor espejo de la vida.
Hay una realidad: el amor es el nido del sacrificio. Cuando sean padres o madres se darán cuenta de todo esto. Sabrán de los sacrificios, de los sufrimientos, de los anhelos y esperanzas que cada hijo o hija trae en el transcurso de sus vidas de lo que los padres tendrán que velar por estas esperanzas y anhelos, porque los padres siempre desean lo mejor para un hijo o una hija.
Quizás a veces les parecen ridículos y obsoletos los consejos que el padre o la madre les dan, ya que el joven o la joven pasa por una etapa de rebeldía en algún tiempo de su desarrollo intelectual y emocional; sufren de un rechazo hacia lo religioso, a lo que indican los padres, más bien se dejan guiar por los “consejos” de los amigos y amigas, se dejan influir por el ambiente extraño y fuereño, por la tendencia de la “moda”.
De este modo abandonan los valores y principios cristianos que hasta algún momento tenían como brújula en su camino.
Las circunstancias y situaciones de peligro, quizás aún no experimentadas, llegarán hasta ellos a la puerta del caminar de la vida y muy probablemente podrán caer en el peligro.
Pero, ¿por qué ver el peligro hasta que ya se cae en él? ¿Por qué no verlo desde ahora, desde que los padres lo advierten?
La respuesta es porque no se valoran los esfuerzos, sacrificios, entrega, dedicación, advertencia de los padres al momento que se está gestando el peligro.
Creo que es muy raro que un padre o una madre no ame a un hijo o una hija.
Pero algunos de los jóvenes así lo creen cuando están en la etapa de la rebeldía, quizás porque los consejos de los padres les interrumpen sus planes.
Sin embargo, no es que los padres no los amen. Pero en algún momento de sus vidas los jóvenes no los aprecian, no les creen, no les sirven con dedicación, los ven obsoletos y absurdos, no se dan cuenta de que a la larga esos consejos les evitaría caer en los errores que son los que les causan daños irreparables. Por el contrario, si los siguen a tiempo esos consejos les traerán éxitos en sus vidas.
Por eso les doy a conocer el agradecimiento de una hija a su madre en nombre también de sus hermanos, en el primer aniversario de su muerte.
No es que no lo hicieron antes, pero siempre se aprecia todo más en la ausencia del ser querido y esa ausencia nos hace reflexionar:
Gracias mamá:
Ha sido muy difícil escribir estos pensamientos por el dolor que llevan nuestras almas
Mamá queremos darte gracias por haber sido como eras, por tu amor, tu dulzura, tus sonrisas, tus caricias, tus desapegos en algunos momentos importantes.
Gracias por enseñarnos el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Nos enseñaste a amar la belleza y el orden de la naturaleza, a ser lo más recto que pudiéramos ennuestro diario vivir.
Gracias por enseñarnos a amar la vida y a dar un poco de lo mucho que hemos recibido.
Son tantas las cosas que queremos agradecerte, pero sobre todo, queremos agradecer a Dios por habernos dado una mamá como vos.
Tus hijos que siempre te amarán”.
Es muy hermoso este reconocimiento de esos hijos a una madre que supo cumplir su misión y que fue valorada de tantas cosas que a simple vista parecieran simples e imperceptibles para algunos hijos, pero todo ello, es el conjunto de valores y la esencia armoniosa del amor filial.
¡Ojalá que muchas madres más tengan esa suerte de que sus hijos piensen y se expresen así de ellas!
También existe el sacrificio de los padres,o madres que se ven en la necesidad de abandonar a su hijo,antes de llevarlo a sufrir los mismos peligros y penalidades que el padre,o la madre sufrieron en su niñez,o estan pasando en el presente,ya sea por no contar con las posibilidades economicas,o el apoyo de familiares,no todos tenemos las mismas oportunidades en la vida,en una gran mayoría,somos victimas de victimas,eslabones de una cadena de desamor y parte inocente de familias disfuncionales,muchos padres sufrieron abusos de diferente indolé,hambré,abandono fisico y emocional…
Al dejarlos en un lugar seguro,en donde,no solo nada material les faltará,estarán cobijados por el amor de una familia que bien podría ser la propia o adoptiva,eso,eso no es abandonarles,eso es ser responsables del bien estar del hijo.
Antes de juzgar a dichos padres,debemos reflexionar,y ser menos duros con ellos,debemos perdonar porque no sabemos si el dia de mañana nosotros,o nuestros hijos necesitemos el perdon de nuestros hijos.
Narda Araceli.
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